Gimnasio en casa

Gimnasio en casa

A Valente el trabajo en casa lo tomó por sorpresa, pero se acostumbró rápido. Cuando se dio cuenta de que podía despertarse casi dos horas más tarde de lo que lo hizo los 5 años recientes, decidió que eso era lo suyo.

Afortunadamente, gracias al giro de la empresa en la que presta sus servicios y a su gran desempeño, su trabajo nunca estuvo en peligro ni disminuyeron sus ingresos.

De hecho, cuando la compañía le permitió tomar la decisión de regresar a la oficina o seguir trabajando vía remota, no lo pensó mucho: ¡se quedó en casa!

Cuatro meses después sus trajes empezaban a no quedarle muy cómodos, así que echó mano de su ropa más ”flexible”, sin dejar de estar presentable, que es como a él le gusta y como lo exige la naturaleza de su trabajo.

Pero tres meses más tarde se dio cuenta de que ya tampoco esas prendas le quedaban holgadas. Con algo de resistencia… se subió a la pequeña báscula que llevaba tanto tiempo debajo de la cama y sí… lo comprobó…

¡Pesaba 10 kilos más que antes del trabajo en casa resultado de la pandemia!

Valente hizo conciencia en ese momento de que desde el inicio de la contingencia sanitaria no había vuelto a caminar ni siquiera 15 minutos seguidos. La mayor parte del día se la pasaba sentado.

De la cama, después de bañarse, se dirigía a la computadora a trabajar durante 8 o 10 horas, que sólo interrumpía para ir a la cocina y sentarse a comer. Al final de sus labores, veía una película o -paradójicamente- algo de deportes en la televisión.

¡Ahí estaban los 10 kilos de más!

Los gimnasios en su ciudad han estado cerrados prácticamente todo el tiempo, pero en pocos minutos encontró varias opciones para recibir asesoría personalizada, acompañamiento, e incluso entrenamiento profesional en línea, con planes de pago mensuales, semestrales y anuales, domiciliados a la tarjeta de crédito y sin ningún cargo extra.

Encontró lo mismo cuotas fijas mensuales, que pagos anuales en una sola operación, o a meses sin intereses, que fue lo que eligió.

En seis meses acabó de pagarlo y, como es muy disciplinado, no ha fallado ni un solo día a sus rutinas. Tanto, que su instructor le ha pedido que le dé un par de pláticas a otros de sus pupilos, para motivarlos y mostrarles lo que se puede lograr con compromiso y constancia.

Valente recuperó la figura. Ha vuelto a usar sus trajes sin problemas y su salud biológica y financiera van de la mano hacia arriba.

¿Te decimos un secreto no tan secreto?:

Tú también puedes ser Valente.

¡Venga… otra repetición… tú puedes!

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