Papelito habla

Alejandro y Gastón son dos hermanos de treinta y tantos que viven en la misma ciudad, pero cada uno en su departamento.

A lo largo de los años, Alejandro ha sido criticado por sus amigos o sus familiares porque siempre guarda con mucho cuidado los comprobantes de pago de cada una de las operaciones que realiza con sus tarjetas de crédito (o vouchers, como se nombran coloquialmente, aunque esta palabra inglesa en realidad significa “vale”).

Un día, Gastón le pidió que le explicara cómo -y de ser posible- le ayudara a hacer un presupuesto porque últimamente le estaba costando mucho trabajo llegar a fin de mes con dinero en la bolsa.

Alejandro, por supuesto, le dijo que con mucho gusto, pero que antes de sentarse a hacerlo, empezara a guardar todos sus vouchers y a apuntar sus egresos.

Un poco a regañadientes, Gastón hizo lo que Alejandro le dijo y cuando se encontraron una semana después para cenar en el departamento de Gastón (eran tiempos pre-Covid) tenía un sobre con 15 o 20 comprobantes distintos.

Alejandro le explicó a su hermano la regla de 50-20-30 para presupuestos (50% gastos fijos, 20% ahorro y 30% gastos personales), y se pusieron a hacer números.

Gastón tomó consciencia -por primera vez en muchos años- de la distribución de sus egresos que, desgraciadamente, no cumplía con la regla. Juntos lograron detectar los rubros con montos excesivos y en los que podía planear una mejor distribución e incluso de cuáles podía prescindir.

Alejandro le recomendó a su hermano seguir guardando sus comprobantes y anotando sus gastos. Gastón quedó conforme e ilusionado con la idea de que ahora sí iba a lograr el equilibrio financiero.

Un par de meses después, mientras revisaba su estado de cuenta en línea, Gastón vio un cargo que le pareció mayor a lo que él recordaba haber pagado. Como había sido muy disciplinado con el consejo de su hermano, tenía todos sus comprobantes, así que revisó y realmente las cifras no coincidían.

Recordó también que Alejandro le dijo que todo su comportamiento crediticio se vería reflejado en su Reporte de Crédito Especial, así que entró a la página de Buró de Crédito y lo tramitó gratuitamente, pues todos tenemos derecho a uno cada 12 meses (los adicionales que necesitemos en el mismo lapso cuestan sólo $35.60 cada uno), junto con Mi Score, por $58, para conocer su calificación crediticia.

Su Reporte de Crédito Especial registraba un saldo mayor al de sus notas personales, así que entró a Reclamaciones, en el mismo sitio de Buró de Crédito y, aprovechando que todos tenemos derecho a dos gratis al año, presentó la correspondiente al saldo con el que no estaba de acuerdo, y anexó digitalizaciones de todos los comprobantes que había guardado en perfecto orden, además de la correspondiente a su identificación oficial.

Gracias a la gestión a través de Buró de Crédito, el Otorgante le respondió a Gastón antes de 29 días naturales. La respuesta fue a su favor, por lo que se hizo la corrección, tanto en su estado de cuenta como en su Reporte de Crédito Especial.

Hoy Gastón no abandona por nada su presupuesto ni el registro de sus gastos. Ha logrado tener equilibrio en sus finanzas, tiene sus ahorros y el día que Alejandro cumplió años le dio un regalo especial en agradecimiento por el doble beneficio que le proporcionó su consejo.

Moraleja:

El orden protege, paga… ¡y hasta premia!

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